jueves, 13 de noviembre de 2014

CARTA DE ENRIQUETA DE LA CRUZ AL CIUDADANO HOLLANDE Y LA CIUDADANA HIDALGO.

De una súbdita española al ciudadano Hollande y a la ciudadana Anne Hidalgo.


Madrid, 30 de septiembre de 2014

   Estimados señor y señora. Les escribo a ustedes, tras una breve estancia en París, para agradecerles, muy sinceramente, el homenaje a los republicanos españoles durante la celebración de la liberación de París este agosto y el reconocimiento a la bandera tricolor de la democracia y la libertad con la que miles de españoles lucharon junto a las tropas aliadas, junto a los franceses, contra el fascismo, en las duras batallas libradas en toda Europa y África.

   Como se sabe, la lucha contra el fascismo sigue en la tierra; es una lucha internacional que nos compromete a todos los demócratas, a todos los que llevamos grabados en el corazón la triple divisa: Libertad, Igualdad, Fraternidad, divisa por la que trabajamos y que un día en España hicieron realidad los republicanos durante la II República española, breve periodo de tiempo muy fructífero en reformas y avances sociales, culturales y políticos, hijos, en gran medida, de la Ilustración francesa.

   Hace algunos años (2011) estaba yo, como una turista más, disfrutando de la belleza de la capital de Francia, llenando mis ojos con esas tres palabras de tanto significado para mí y mis antepasados, esta triple divisa cincelada en sus edificios públicos, cuando me encontré con un grupo de españoles, descendientes de ese exilio que ocasionó la dictadura de Franco. Había visitado previamente el Panteón de hombres ilustres donde frente al péndulo de Foucault, monumento a la Ciencia, se me representaba la necesidad de que la persona se crezca y no se agache, se supere y no se conforme y no se humille. Estaba escrita esta bella frase: “Vive libre o muere” a los pies de una escultura. Luego, en la plaza del Ayuntamiento me sumé a esos españoles que festejaban y recordaban la liberación de París con la entrada del general Leclerc al frente de La Nueve, pero echamos en falta nuestra bandera, la legítima, la bandera de España. Conversando con estos hermanos comprendí algo clave que no había sintetizado aún pese a seguir investigando en la historia de mi país: que España no está aún liberada. Comprendí que mientras esto no sucediera, iba a ser muy difícil que nuestra bandera tricolor ondeara junto a la americana y la francesa en esos actos de homenaje. Sin embargo, esta presencia fue solicitada por descendientes de estos republicanos españoles y las autoridades francesas han tenido a bien aceptar la propuesta y desde 2012 se incorporó a los actos de la Liberación. Nos sentimos muy honrados quienes comprendemos el gesto y su verdadero significado.

   Los ejércitos aliados se quedaron a las puertas, en Francia, no pasaron los Pirineos y aquí, en mi país, siguen reinando instituciones y reglas fascistas. Tenemos elecciones, pero nunca se rompió con el fascismo. Tenemos una monarquía impuesta por el dictador y por el miedo. La tarea de la liberación de España nos corresponde a los españoles en primer lugar, pero al mundo entero democrático también, como pone de manifiesto el requerimiento de la ONU al gobierno español para que prevalezca la verdad justicia y reparación contra los crímenes franquistas, un requerimiento, por cierto, que ha sido burlado y contestado adecuadamente por esta Organización, dejando de manifiesto que no se respeta el derecho internacional por parte de quienes están al frente del poder en mi país.

   Comprendo las reglas diplomáticas y siento que pudiera comprometerles a ustedes, sin querer, con esta carta de algún modo; me preocupa el apuro que quizá les suponga simplemente leer estas letras. Por eso no me dirijo a un presidente y a una alcaldesa como tales, sino a un ciudadano y a una ciudadana.

El mundo avanzó con audacia. Y el paso cualitativo dado en París, con la presencia de la bandera española tricolor, me anima y me llena de esperanza sobre nuevos posibles pasos a favor del progreso de la humanidad y, por tanto, de los valores democráticos.

   Esta bandera, que, como sabemos, no se relaciona de ninguna manera con la ocupación nazi, ni sus colores con los de un holocausto, ni con imposiciones contra los derechos humanos como las sucedidas desde el golpe de Estado genocida y hasta nuestros días en España, sino con la libertad, la lucha antifascista, la dignidad del ser humano, la voluntad de los pueblos de ser fraternales, las ideas de la Ilustración, y los mejores ideales a que podamos aspirar, debe prevalecer como símbolo de lo mejor de España.

   Los herederos de esos colores de libertad, de valores de la Ilustración, estamos huérfanos y sometidos, seguimos siendo súbditos a la fuerza de un Régimen impuesto por un dictador y controlado en buena medida por los herederos funcionales de una dictadura, 75 años después de su imposición. Si queremos seguir viviendo cómodamente en nuestro propio país debemos permanecer sumisos so pena de exclusión económico-laboral y social, de represión y de escarnio. Sólo disimulando que vivimos una verdadera democracia, se nos acepta.

   Los demás países democráticos están concernidos también, pues la llama del fascismo prende y amenaza con crecer desde este foco que –como otros en Europa- lo alimenta ya sin careta.

   Mientras los españoles que dieron su vida por la libertad y la democracia en España y fuera de ella, no estén reconocidos debida y plenamente y no se condene la Dictadura y el holocausto oficialmente, mientras no exista otro Nuremberg en España, mientras no se quite el velo y se identifiquen los restos de imposición que dirigen el país, mientras no España no esté liberada, los pueblos libres asociados en las instituciones, vecinos y formalmente coaligados, siguen en peligro.

   Si la liberación, insisto, compete en primera instancia al pueblo español, este pueblo, aún atemorizado, anestesiado y no muy consciente gracias a la represión violenta aún latente y a los engaños de la llamada Transición democrática (verdadero coladero de los represores y criminales en las más altas cotas de poder, de ellos y sus continuadores); necesita -y yo pido- ayuda exterior. Ayuda en el reconocimiento a los demócratas y en el rechazo al fascismo.

   La razón, la justicia y el corazón deben prevalecer. Dos presidentes del Estado español permanecen en suelo francés: Manuel Azaña y Juan Negrín. También el poeta Antonio Machado. También mi propio tío-abuelo, también muchos españoles, esos que, como dijo, el escritor Max Aub, fueron, son, lo mejor de España, ese exilio que hemos de recuperar cuando sea el tiempo propicio, pues sin ellos estamos incompletos. Gracias por acogerles hasta ese momento que, entre todos, debemos ganar.

   Les pido, con el máximo respeto, que continúen en su ayuda para seguir dando pasos en pro de la claridad y la verdad en España, en pro de su liberación, y de un progreso limpio que nos haga hombres libres, iguales y fraternos otra vez.

    Sé que hay iniciativas promovidas por asociaciones en Francia de petición de la concesión de alguna calle, cruce, vía (y/o monumento) que recuerde a los republicanos españoles que lucharon por la libertad al lado de Francia. Yo me sumo a esta petición y les agradezco que allí donde llegue su voz, tengan a bien siempre recordarlos como hombres y mujeres de honor que fueron, repudiando así todo resto de fascismo e imposición.

   ¡Viva la España libre de la que un día hablaron Machado, Albert Camus y Max Aub y hablaron los poetas: Federico García Lorca, Rafael Alberti, Miguel Hernández, Pedro Garfias, Juan Ramón Jiménez y tantos otros hombres buenos!

   ¡Viva Francia!

   Agradecida por su atención, con mis afectuosos saludos fraternales,
   Firma:
   Enriqueta de la Cruz.
   Periodista, novelista.

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